El anuncio de “Caretas” se ha cumplido.
Tenemos un jefe de gabinete que puede considerarse “de choque”.
Si Yehude Simon era el del diálogo falsete, las actas de tinta que se hacía invisible a las dos semanas y las promesas hechas para romperse, Javier Velásquez Quesquén será el perfecto búfalo al servicio de la única causa que un cerebro como el suyo puede captar: la antropomórfica causa de Alan García.
Reconforta que el doctor García haya optado por la transparencia. Qué independientes ni qué ocho cuartos. ¡A apostar por el servicio doméstico!
Velásquez Quesquén, que dice “teníanos” cuando quiere decir “temíamos” y persiste en decir “teníanos” cuando quiso decir “teníamos”, es uno de esos apristas que Haya de la Torre habría ocultado, de pura vergüenza, en el trastero.
Y es que Velásquez Quesquén da vergüenza. No sólo es su ignorancia moldeada a la sombra de los algarrobos –cosa que sería relativamente fácil de atenuar y pasar por alto-. No es tampoco su matonería intrínseca, su vocación por la trampa, su gusto por el enjuague.
Lo más desagradable de Velásquez Quesquén es, en realidad, su alanismo sin tregua, ese fanatismo privado y cánido –con perdón de Rin Tin Tin- que lo conduce a gritar como energúmeno cada vez que alguien menciona las palabras “robo”, “latrocinio”, “Frontón”, “fideicomiso”, “tren”.
Velásquez Quesquén es un peón sin escrúpulos del despacho presidencial. Y ahora lo premian con algo que lo convierte en comandante en jefe del área de servicios. Nadie en Chiclayo imaginó que llegaría tan lejos.
¿Qué nos quiere decir el doctor García con el nombramiento de Velásquez Quesquén?
Que las cosas siempre pueden empeorar. Que, además, se vienen tiempos confrontacionales. Que el gobierno “recuperará la autoridad” a punta de dureza. Que las mesas de diálogo pasan a la cuarentena. Y que la bufalización del gabinete es el anuncio de que la campaña electoral para el 2011 será, desde el gobierno, una de las más sucias de los últimos tiempos. García quiere cumplir esa promesa de que no podrá imponer a un candidato pero que sí puede impedir que la gente vote por alguien que no pertenezca “al sistema”.
Que se diga que Rafael Rey va a Defensa ya es de por sí una humorada digna del mejor Ugo Tognazzi. Y que un vocero de Yanacocha sea mencionado como posible ministro de Energía y Minas da una idea del descaro al que vamos llegando. Lo único que me falta oír a la hora en que escribo estas líneas es que Marcelo Odebrecht, nacionalizado como Baruch Ivcher, irá a Sedapal y que “la mecánica del folclore” so montará en el ministerio de la Mujer.
En todo caso, lo que está a estas alturas confirmado ya es suficiente: el impresentable Velásquez Quesquén será “primer ministro”. La respuesta alanista a su caída en las encuestas y al naufragio del gabinete Simon es mano dura, sectarismo y adulación. Con Velásquez Quesquén todo eso está garantizado. Aparte, claro está, de mano libre para el ingreso de apristas a la administración pública y de manejos mafiosos en relación a la prensa. Tiempos oscuros los que se vienen.
César Hildebrandt
Columnista
Vía : La Primera
Rafael Rey guste o no, es considerado uno de los pocos politicos honestos. Nadie ni Cesar Hildebrand puede levantar un dedo acusador contra Rafael Rey ni presentar alguna prueba sobre corrupcion. En verdad Rey la harà bien en defensa.
ResponderBorrarEduardo T.
Rafael Rey apareció en la política detrás de Vargas Llosa, en el movimiento Libertad y el Fredemo. Y la tarde en que ya se sabía que el escritor no sería presidente, estaba al frente del grupo de señoras de copete que gritaban por un golpe, que no permitiera que un “chino” impresentable se pusiera al frente del país. En el Congreso del 91, formó parte de la acusación a García por enriquecimiento ilícito. Pero al año siguiente ya era furibundo fujimorista, defensor del golpe de Estado y parte de la “nueva mayoría” reaccionaria encabezada por Alberto Fujimori.
ResponderBorrarEn la primera mitad de los 90 justificó todo lo que podía justificarse los crímenes por los que ahora su antiguo líder está condenado a 25 años de prisión. Y, como pocos, defendió ardorosamente la ley de amnistía a los criminales de guerra, que de seguir vigente salvaría a Fujimori de la justicia. Justificó la re-reelección y reconoció la “victoria” del dictador en la elección fraudulenta del año 2000. Pero el 2001 ya era aliado de la “demócrata” Lourdes Flores, que no se hizo bolas de cargar con el ex golpista, y partidario de la dictadura y el fraude, que poco tiempo después se convertiría en uno de los puntales de la crítica militarista del Informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Rey de las Parranditas
De su paso por Produce hay muchas historias. Por ejemplo, haber recomendado personalmente a la candidata mentirosa a la Contraloría, la inefable Soraya Suárez, que terminó estrepitosamente defenestrada por el Congreso. También por haber formado una claque de altos funcionarios del Opus Dei, varios de ellos residentes en la misma vivienda de la congregación. Haber sacado la ley de cuotas pesqueras, para favorecer a la Sociedad de Pesquería. Haber descuidado las normas sanitarias de alimentos marítimos, que ha llevado a la expulsión del Perú del mercado europeo, etc.
Y con todo esto ¿dices tu que es un politico honesto?
Honesto ¿a que? Al Opus Dei, honesto a volverse un transfuga segun le convenga, o honesto a arruinar el ministerio que le designen.