Un par de aclaraciones para empezar: quizás el ambicioso título del libro, Arquitectura y crítica, pueda confundir a aquellos que esperen un sesudo y voluminoso compendio sobre crítica. Nada más lejos de la realidad tratándose de un texto perfectamente accesible de poco más de 120 páginas. Seguramente sería más propio hablar de texto introductorio a la materia, en el que se tocan los principales aspectos disciplinares y el contexto intelectual en el que se han movido los autores más significativos.
“La crítica comporta un juicio estético. Dicho juicio consiste en una valoración individual de la obra arquitectónica que el crítico realiza a partir de la complejidad del bagaje de conocimientos de que dispone, de la metodología de la que hace uso, de su capacidad analítica y sintética, y también de su sensibilidad, intuición y gusto.” Así describe Montaner la crítica en la introducción a este texto con vocación didáctica.
Una de las principales aportaciones del libro es la puesta en relación de las principales corrientes de pensamiento del siglo XX con las trazas fundamentales de la historiografía arquitectónica y sus interpretaciones contemporáneas. El autor, en un ejercicio de síntesis realmente meritorio, es capaz de establecer un mapa fundamental de las relaciones entre pensamiento y arquitectura, elemental para quien pretenda iniciarse en la materia.
El libro propone de esta manera un utillaje intelectual con el que contar a la hora de plantear la crítica arquitectónica en la actualidad -de ahí su importante valor pedagógico. Desde las bases metodológicas del movimiento moderno, hasta la crítica de las interpretaciones postestructuralistas, autores y autoras como Giedion, Banham, Rogers, Jacobs, Tafuri o Waisman se van sucediendo en las páginas deArquitectura y crítica dibujando el paisaje heterogéneo y vibrante de la disciplina.
Han pasado casi 14 años desde su publicación original y, sin embargo, no da la impresión de que el ensayo de Montaner necesite una gran revisión. Más allá de los nombres que figuran en las últimas notas (Karsten Harries, Juhani Pallasmaa, Dolores Hayden o Diana Agrest), el panorama actual no sugiere ninguna tradición dominante ni la aparición de nuevos referentes de influencia comparable a la de aquellos de la “edad de oro” aludidos en este texto.
La crítica de arquitectura, aunque más dinámica y vital que nunca gracias a las posibilidades de los nuevos media, se enfrenta a una fase de redefinición donde la atomización de referentes ha podido debilitar su visibilidad. La infoxicación, infobesidad o information overload(utilizando el término de Alvin Toffler) pone de manifiesto la repercusión que la revolución digital provoca en la asimilación de cualquier conocimiento científico -se dice que en la actualidad la información se duplica cada 6 años. Así se presenta un nuevo panorama para la crítica, que deberá gestionar la sobrecarga de imputs para no perder su capacidad de influencia sobre la sociedad. Anotemos un síntoma para el optimismo: parece que la reacción crítica que ha acompañado a la crisis económica está haciendo daño al pensamiento prágmático de las últimas décadas (no solo en el terreno de la arquitectura). Se perfila así una crítica a veces anónima, muchas veces colectiva, a menudo internacional y casi siempre militante y operativa. Bienvenida sea.
Vía: Arquilecturas
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