¿Ha venido preso, a responder ante la justicia por los balazos en la cabeza a los estudiantes y el catedrático de La Cantuta o por el ametrallamiento a los vendedores ambulantes y sus familias en Barrios Altos, a cien metros de un local policial y con la intervención de una camioneta asignada a su hermanito Santiago? No, ha venido a fundar una dinastía.
¿Ha llegado, como reo contumaz, a responder por levantarse en peso al país, por manejar el Presupuesto a su antojo para comprar congresistas tránsfugas o indemnizar a su socio y servil Montesinos, con US$ 15 millones como CTS por sus servicios, antes de que se fugue del país? ¿Habrá venido como el beneficiario diario del espionaje telefónico o el amedrentamiento y detención arbitraria de Gorriti en los sótanos del SIE, o quizás como el digitador de la compra de medios de comunicación, como Cable Canal de Noticias y de los "periodistas" que sufríamos allí (como Jorge Morelli, que sigue cobrando del Estado como asesor principal de la bancada fujimorista del Congreso)? ¡Qué ocurrencia! Ha venido a que lo reciban como "Presidente", como lo llaman sus fieles en algunas radios y medios.
¿Acaso ha regresado como aquel que fugó al Japón en viaje oficial, como rata en barco pirata, dejando en la estacada hasta a la hija "primera dama"? ¿Retorna como el frustrado candidato del 0.05% de votos al Senado japonés, al que se le escapó, entre los dedos de la mano, la bravía oportunidad de ampararse en la inmunidad parlamentaria? ¿Retorna con la cabeza gacha como reiterado apóstata de su nacionalidad peruana? ¡No! Ha venido a dar una batalla por su colonia, a dejarle fundada una dinastía.
Ya lo anunció desde Chile: el 2011 estará en carrera presidencial él o algún Fujimori, probablemente Keiko, la que más aplomo y pasta tiene, la que supo soportar su fuga del 2000, la que sigue agradeciéndole la carrera en EEUU que le pagó Montesinos con plata del erario. Ha venido a insuflar ánimos y darles norte político a sus raleados cortesanos –los de los mismos polos naranja impresos de sus campañas reeleccionistas, pagados entonces por sus amigos de Leche Gloria y las gestiones de Montesinos– que le gritan: "Fujimori valiente, eres inocente".
De la Hacienda Chicureo –sus piscinas, sus caballos y su cancha de golf– al "Fundo Barbadillo", no solo ha cambiado el entorno, sino el lenguaje. Su bancada, firme aliada del APRA, siente que fue insuficiente el silencio y la inactividad del gobierno para evitar la extradición, que no supieron usar adecuadamente la Presidencia de la Comisión de RREE del Congreso. La educadísima Keiko ya dijo que no tolerarían prisión para el prófugo, que debía ser juzgado en libertad, en su casa. Ojo, no tolerarían. El incondicional publicista/congresista Raffo ha amenazado con aquello de "no vamos a tener ningún problema en confrontarnos con ellos (los apristas) si se violan los derechos de Alberto Fujimori. Este es un punto de quiebre para el fujimorismo".
El gobierno ha entendido el mensaje. Lo trajo sin esposas, como las que ponen a los reos en cárcel. Le ha destinado un centro de detención especial, con habitación, escritorio y baño personal. Le construirá un penal especial en el centro de instrucción del INPE. Pero no podrá declarar a sus fieles, solo se escuchara de él por lo que diga en los juicios, como ocurre con Montesinos y Hermoza Ríos, sus socios de aventura y de bolsa. De allí el interés de su primogénita de que no esté arrestado, sino libre, para hacer campaña, cual perseguido político y no el ladrón y criminal que es. Y, entre tanto, el "experto" constitucionalista , "extradictólogo" y ex premier fujimorista Javier Valle Riestra guarda silencio y preserva voz para el segundo round en el país.
Incidir sobre el poder judicial será clave para la dinastía. Jugar allí dentro con sus fieles y los que muevan los aliados del APRA y la derecha que comió en plato hondo a su sombra. Por ello, los fujimoristas ya arrancaron la campaña por cambiar la Sala Penal que vea las acusaciones, buscando retirar a uno de los magistrados más probos e independientes, al Dr. San Martín, para poner algún otro que se parezca más al vocal Príncipe, de cuya amistad con Rodríguez Medrano se habla mucho. Ciertamente, en la fila de los candidatos estarán –para intervenir cuando sea oportuno, es decir, en la Sala de Apelación– los Villa Stein o Robinson Gonzales, de cuyos genes fujimoristas nadie duda.
El escenario internacional también se les ha enredado. Su amigo Abe y el partido de gobierno en el Japón perdieron las elecciones: Abe cayó, se fue el padrino.
Ahora, conquistada esta extraordinaria posibilidad: hacer que un autócrata –responsable de graves violaciones de los derechos humanos y apropiación ilícita de fondos estatales– responda ante la justicia y pague por sus crímenes, el Perú tiene una oportunidad inédita de recuperar credibilidad y confianza en la justicia y en el Estado, haciendo que los políticos sean responsables de sus actos y paguen sus tropelías. Esa es la disyuntiva: una dinastía de sucio origen o juicio transparente que abra paso a una renovación de la política y la justicia en el país. De nosotros dependerá.
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